La primera y principal responsabilidad de cualquier persona que pretenda asumir la función de gerenciar, es gerenciarse a sí mismo. Esta función incluye responsabilizarse de su propia integridad, de su carácter, de su ética, de su conocimiento, de su sabiduría, de su temperamento, de sus palabras, de sus actos… en fin, que adquiera su propio compromiso de cambio. Esta es una tarea compleja, interminable, increíblemente difícil y muy poco reconocida, pero a la vez, fundamental para generar la transformación de nuestro país.